miércoles, 19 de noviembre de 2008

HUELGA PLAN DE BOLONIA

Memoria y lucha
Reflexiones de un profesor de secundaria ante las movilizaciones estudiantiles contra Bolonia de octubre y noviembre 2008.
Me ha sorprendido encontrar en las distintas noticias y reseñas de manifestaciones producidas en ciudades de Castilla (Madrid, Valladolid) y León (León y Salamanca) un común denominador que resulta significativo: “hacía mucho tiempo ya que no se veía a tantos estudiantes en las movilizaciones”… me paré a pensar: ¿tanto? ¿cuánto? Pues, si no recuerdo mal, entonces estudiaba aún en la facultad, hace 7 años exactamente: desde las movilizaciones contra la LOU de otoño del 2001. Todavía hoy dos compañeros (Daniel, de Valladolid, y Manu de Madrid) están pendientes de la resolución del indulto contra la condena de 3 años y 6 meses que pesa como una losa sobre sus cabezas.
La falta de memoria es una constante en las movilizaciones estudiantiles derivada de la caducidad de esa etapa vital. Cualquiera que haya leído a Mustafa Kayati (De la miseria de la vida estudiantil) sabe de lo que estoy hablando. El estudiante de origen obrero seguirá luego, quiera o no, embarcado en la huelga, el paro, la movilización; el burgués y pequeño burgués que se moviliza también en estas ocasiones se acordará de sus maravillosos años, de los pecadillos de juventud. Una presencia viva, inquietante, la del obrero “privado” de su propia vida, frente a una memoria muerta la del burgués “privatizador”.
La privatización de la Universidad es detestable. Pero nada se dice de las condiciones de trato hacia los estudiantes, de la calidad real de la enseñanza-aprendizaje, de la precariedad de buena parte del profesorado, de la eliminación de la democracia en los institutos (el consejo no es nada, el claustro menos que nada) ni de los conciertos y otras formas de favorecer la privatización de la enseñanza secundaria (empresas en los ciclos, externalización de servicios, directores que actúan como empresarios). Por no decir nada de la burocratización definitiva del funcionamiento de la institución. El profesor de secundaria convertido (si se deja claro) en una rata.
Un panorama cada vez más desolador del que sólo se habla cuando se produce algún suceso de gravedad.
Por eso me alegro de ver que algunos estudiantes empiezan a tomarse en serio estas cosas. Poco puedo hacer desde allí -menudo cuadro- pero al menos fomentar la práctica asamblearia y la decisión comunitaria de extender la lucha.
Desde la memoria vivida de este asalariado:
En el primer encierro en que estuve nos vendió Alternativa Universitaria. Espero que hayan cambiado pero me cuesta creerlo (para el que no sepa de lo que hablo puede leer el Llar de marzo del 98, lo cito de memoria).
En las movilizaciones de diciembre de 2001 nos utilizó Zapatero para hacer su campaña en Madrid y los sindicatos mayoritarios se subieron a un carro del que hacía mucho que tirábamos las asambleas de estudiantes y los grupos e individualidades autónomas.
La lucha, para ser real, debe tender a unir los dos lados de la enseñanza (estudiantes y trabajadores). Los estudiantes disfrutan de mayor libertad, de más tiempo. Los sindicatos oficiales tienen minada la moral del profesorado, salvo grupos y personas concretas será difícil establecer los lazos. La memoria debe ser presencia vida: los trabajadores y nuestros hijos estudiantes, o los hijos de nuestros compañeros trabajadores tenemos derecho a la mejor enseñanza posible y a decidir sobre su contenido, el método de enseñanza y la organización de los centros.
Lo único que puede salvar todas estas movilizaciones -que son tan poco contra Bolonia como dardos contra un elefante- es la generalización de las prácticas asamblearias, de la decisión de pasar a la acción directa, a la confrontación con el sistema capitalista que pretende imponer procesos cada vez más afilados de selección de personal.
El sistema de enseñanza del capital forma obreros del capital y los técnicos necesarios para su funcionamiento. Los trabajadores y los estudiantes somos esos peones que sostenemos la riqueza de unos cuantos que aún quieren más riqueza y perfeccionan los sistemas de explotación (producción y educación) a costa de las espaldas de la clase obrera.
La lucha, para no olvidar, debe portar la bandera ANTILOU, solidarizarse con los entonces condenados, aprender de la lucha antirrepresiva a parar la represión y a frenar sus consecuencias. O la historia se volverá a repetir y, esta vez, puede que acabe en parodia.
SALUD. NOS VEMOS EN LAS CALLES.

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